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Eyaculación femenina

El fenómeno de la eyaculación femenina se conoce desde siempre. Se menciona en manuales de sexualidad tan antiguos como el Kama Sutra, en la cultura griega ni el propio Aristóteles negaba su existencia (aunque si había la duda sobre si la eyaculación femenina, al igual que la masculina, tenía algún propósito reproductivo) y en las distintas sociedades que habitan las islas de Oceanía las mujeres mayores les enseñan a las jóvenes a eyacular al llegar a la pubertad.
Ya en el siglo 20, el que trajo a colación el tema nuevamente en el mundo occidental fue Gräfenberg (¡Sí, el mismo que “descubrió” el punto G!) que en 1950 describió la expulsión “a chorro”,  vía uretra, de un líquido claro e inodoro durante el orgasmo. La controversia actual con el tema de la eyaculación femenina tiene que ver con dos asuntos: En primer lugar está ligada a la a su vez controversial existencia del punto G, cuya estimulación provoca la eyaculación. Adicionalmente, los científicos afirman que lo que las mujeres reportan como eyaculación es realmente orina, debido a que la incontinencia urinaria durante el orgasmo es bastante común en mujeres con debilidad del suelo pélvico y algunos otros alegan que, por simple ignorancia de su propia sexualidad, las mujeres confunden su lubricación vaginal natural con una eyaculación. La fuente del fluido es las glándulas de Skene (o próstata femenina) que, como vemos en la ilustración, está en la misma área del punto G, en la pared anterior de la vagina (pero no dentro de ella) y cercana a la entrada de la uretra. Estas glándulas drenan directamente en la uretra, cerca de su entrada y están rodeadas de las raíces del clítoris. Es en parte por esta relación entre tejido clitoriano, las glándulas de Skene y la expresión orgásmica por vía de la uretra, que las nuevas teorías sexuales toman toda esta área como una sola zona erógena, fuente de placer sexual. Bueno, ahora la parte interesante, ¿cómo se hace? Hay varios tips que son muy útiles para incrementar los chances de lograr eyacular. Lo primer es entender que a menos que seas una de esas mujeres a las que sencillamente “les pasa” sino que, como el resto de las mortales, te toca aprender, hay dos prerrequisitos:

    • Tener control sobre el músculo pubocoxígeo: Para lograr eyacular, se debe poder relajar la uretra a voluntad, y esto solo se consigue teniendo control sobre el músculo pubocoxígeo o del suelo pélvico (que es el que usamos para aguantarnos las ganas de orinar) y este control sólo se consigue haciendo ejercicios Kegel. Este control te puede parecer natural, hasta que estas tratando de tenerlo al mismo tiempo que tratas de entregarte a un placer desconocido.
    • Saber estimular el punto G: El cual, a la mayoría de las mujeres, todavía les toca encontrar. Puede ayudar en este sentido un vibrador especialmente diseñado para estimular el punto G, como el de la imágen

Una vez cubiertos estos prerrequisitos, entramos en materia:

  • El escenario ideal es la ducha (una bañera mejor todavía): en primer lugar porque así te quitás de la cabeza la preocupación por mojar las sábanas, pero más importante que eso, porque el agua tibia ayuda a relajar la uretra
  • Usa la doble estimulación: Por una parte, del punto G. Por otra, de la entrada de la uretra (ya están agarrando el mensaje de que el secreto está en mantener la uretra relajada, ¿no?) para que se mantenga relajada y estimulada. Inicialmente diría que concentrarse en esos dos centros erógenos será suficiente, pero con el tiempo pueden ir experimentando e incluyendo otros puntos de estimulación como el clítoris e incluso el ano. Acordate que toda el área es una sola zona erógena, mientras más puntos de estimulación tengas, más se potencia el placer.
  • Evita tomarlo como tarea: Como con cualquier búsqueda de placer, la presión es el mayor enemigo. Aprender a eyacular, en la mayoría de los casos toma tiempo, pero tomará más tiempo mientras más obsesionada estés por lograrlo. El proceso de aprendizaje puede ser muy placentero en sí mismo, disfrutalo y un día, más pronto que tarde, llegará.

Y finalmente, ¿cómo estar segura si de verdad eyaculé y no es que oriné? Esta es una duda que ataca a muchas mujeres, especialmente porque la primera sensación cuando se empieza a estimular correctamente el punto G es la de intensas ganas de orinar. Sin embargo, es relativamente sencillo distinguir entre el fluido que se eyacula y la orina ya que existen varias diferencias significativas entre ellos:

  • La más obvia son las diferencias físicas, es decir que si tiene color de orina y huele a orina, seguramente es orina. Por el contrario, el fluido que se eyacula es transparente, no tiene olor y se seca blanco en las sábanas.
  • Si estas teniendo problemas de incontinencia urinaria durante el orgasmo es muy probable que te ocurra en otros escenarios, especialmente cuando haces algún esfuerzo como estornudar o levantarte de una silla.
  • Para quitarte el miedo de orinarte encima una buena técnica es simplemente vaciar la vejiga antes de empezar con la exploración.

Es un largo camino y a veces cuesta bastante aprender, especialmente si no cumplimos con los prerrequisitos, pero vale la pena. Los orgasmos acompañados de eyaculación tienden a ser mucho más intensos que los clitorianos porque brindan la sensación de un orgasmo en el que se involucra todo el cuerpo.  El camino puede ser largo, pero es siempre placentero, si se toma con la filosofía adecuada, disfrutando cada etapa del camino.

Por Ana Salgado

Psicóloga clínica especialista en terapia sexual y de parejas formada en la prestigiosa Universidad de Barcelona.
Divide su tiempo entre su práctica clínica, conferencias y su labor como columnista y bloguera.
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