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Relaciones de pareja

El cambio (ajeno)

cambio ajenoUn adulto, en términos generales,  puede lograr lo que se proponga.  Con esfuerzo y perseverancia, se logran objetivos.  La excepción a esta regla son las relaciones interpersonales porque, desgraciadamente, por más esfuerzo que pongamos y por más perseverantes que seamos, no podemos lograr que alguien cambie si no está dentro de sus capacidades o interés hacerlo.

Sin embargo, la creencia que podemos tomar alguien y “mejorarlo” con el tiempo, impera en la sociedad. La tendencia básica a no aceptar la pareja que tenemos y quejarnos, reprender, reprochar, amenazar y culpabilizar, es generalizada y fuente de peleas e insatisfacción constante en las parejas.

Y es que dejar mi felicidad en manos de otra persona, me condena a una vida de sufrimiento e  impotencia. Es incorrecto e irresponsable con la propia vida que yo esté esperando que alguien cambie para yo ser feliz porque mi felicidad empieza a depender de que alguien haga o deje de hacer algo.

Y no estoy diciendo que el cambio no es posible, porque lo es y mucho, sin importar géneros o edades, es posible. Sin embargo, existen requisitos previos para que estos procesos puedan darse. Algunos son:

  • La persona debe estar interesada en cambiar: Generalmente es la incomodidad intensa (en forma de tristeza, enojo constante, insatisfacción, quejadera, sufrimiento en general) el que nos mueve a intentar cambiar las cosas. Pero si yo estoy muy bien, hasta feliz, o si la incomodidad no es suficientemente grande, ¿Porque voy a querer cambiar?
  • La persona debe poder cambiar: para poder generar un proceso de cambio se necesitan, inicialmente, la consciencia del problema y la reflexión. Ambas cosas son escasas.

La consciencia de que el problema parte de mí es rara, es lo más común la tendencia a ver la causa de nuestros problemas fuera de nosotros.

La reflexión es una práctica no común en la población. Andamos por ahí, siguiendo cada impulso que nos sale, sin pensar antes de actuar, mucho menos reflexionando sobre nuestras acciones.

Sin estos dos procesos, la fantasía de que mis problemas provienen de fuera de mí, y no de mí misma, se intensifica y esto hace improbable que la persona sienta que necesita cambiar.

Esta realización nos obliga a responsabilizarnos del cambio de nuestra realidad. En caso que nuestra realidad no nos guste, no quedan más que dos caminos:

  1. Lo acepto: Es decir, dejar de pensar que las cosas deberían ser de otra manera. Las cosas, son como son y si no puedo cambiar al otro, lo único que queda es cambiar mi vivencia de lo que pasa. Esta vivencia mejora mucho cuando yo dejo de luchar contra lo que no es posible cambiar y sin resignarme ni conformarme, la acepto como es y tomo responsabilidad de la decisión que yo he tomado de (por cualquier razón) quedarme en esta realidad.
  2. Me salgo de la situación: Si no me gusta, tengo que irme. Eso implica consecuencias de las que debo responsabilizarme yo sola, sin echarle la culpa al otro. Los otros realizan acciones y yo no tengo control sobre ella. Lo único que yo puedo controlar es lo que yo hago con eso a nivel de sentimientos, pensamientos, lo que digo y hago con eso y esto es mi responsabilidad.

Lo  que es inadmisible es la queja. A cada persona le toca ser el artífice de su propia felicidad. Si yo soy la que estoy sufriendo, ¿qué me obstaculiza cambiar? Solo la creencia de que la otra persona tiene que hacerlo para hacerme feliz, si es que me quiere.Si no lo hace, es que no me quiere se devuelve siempre como un “Si tanto quiero cambiarlo, ¿qué tanto lo estoy queriendo yo?”.

Entiendo que hay cuestiones inaceptables para cada quien, que pueden irse negociando pero no desde la postura egoísta de que para que yo sea feliz o este menos incomoda, vos tenés que cambiar. Si lo hago desde el punto de vista de “a mí no me gusta” la otra persona puede responder “a mí me gusta” y eso es todo. Si vamos a plantear algo es desde el punto de que sería beneficioso para vos. Pero nunca como imposición, sino con la mejor de las intenciones.

MI felicidad depende...

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Por Ana Salgado

Psicóloga clínica especialista en terapia sexual y de parejas formada en la prestigiosa Universidad de Barcelona.
Divide su tiempo entre su práctica clínica, conferencias y su labor como columnista y bloguera.
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3 respuestas a «El cambio (ajeno)»

La mejor arma que tiene el hombre para conquistar a su pareja es el sexo oral bien practicado. Hay muchos temores, tabúes y falta de experiencia a la hora de hacerlo, lo que influye a que el hombre cometa errores imperdonables. El sexo oral debe ser practicado por el hombre únicamente a su pareja. Si es su esposa, mejor, y si aún está enamorado de ella, debe convertirse en un experto en este arte, que así siempre la tendrá a su lado. Si la mujer le devuelve al hombre estos mismos favores, entonces felicidades, porque tendrán una vida eterna de placer y amor compartido.
A disfrutarlo.

como ago para ke mi esposo me aga el sexo oral nunca kiere por mas ke selo pido dice ke no le gusta yo si se lo ago y a el le encanta pero yo tambien kiciera ke el me lo hiciera esto ya me esta molestando x su tajante no

Hola Cecilia,

Le quedan dos caminos:

1. Aceptar (dejar de pensar que su marido debería ser de otra manera)
2. Re-evaluar su relación con el sexo oral que Ud. le da a él para dejar de sentirse abusada (se ha de mantener un balance entre el dar y el recibir en toda interacción humana. Éste balance se mantiene cuando yo de lo bueno que vos me das te doy eso y un poquito más, y de lo malo que vos me das, te doy eso y un poquito menos. En este caso específico, Ud. está molesta porque Ud. le hace sexo oral para el placer de él y esperaría que él haga lo mismo por Ud., lo que es imposible porque él no está dispuesto a darle sexo oral. Entonces necesita balancear esto).

Si se anima a trabajar este tema con acompañamiento profesional, le comparto en enlace para terapia en linea: http://www.tusexosentido.com/terapia-en-linea/

Saludos cordiales,

Ana Salgado
Terapeuta sexual y de parejas

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