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Relaciones de pareja

¡Feliz (o no tan feliz) Aniversario!

Los seres humanos obtenemos gran tranquilidad en la rutina. Saber que va a pasar, para donde voy y que se espera de mí nos da una gran sensación de seguridad. Todo este paraíso rutinario se altera durante las fiestas. Hay muchas películas de Hollywood que nos advierten de este fenómeno, el stress de las fiestas.

En el caso de las relaciones de pareja hay dos fechas especialmente estresantes en este sentido.  El día del aniversario y el fatídico día de San Valentín.

Aquí de nuevo sale Hollywood a relucir. Tanta película con Meg Ryan nos ha llenado la cabeza con expectativas que es muy poco probable que se cumplan. Pero, si este es el hombre de mi vida, ¿como es posible que no sepa exactamente lo que yo quiero?

Y aquí entramos en un dilema: Por una parte, quiero la reproducción exacta de aquella escena de “Kate and Leopold” donde ella, una mujer moderna (como todas nosotras) regresa de un ajetreado día de trabajo y se encuentra con que su príncipe azul (de la era victoriana, que es la única época en la que existieron, muy a nuestro pesar) le tiene organizada una romántica cena a la luz de las velas y bajo las estrellas. Y por otra parte quiero que todo esto se le ocurra a él, porque si se lo digo directamente, pierde la magia. Que no daríamos por que nos leyera la mente!

Bueno, como eso no va a suceder, por lo menos no por ahora, se vuelve necesario que hagamos algo para poder conseguir lo más cercano a lo que deseamos y no terminemos en la típica cena + típico sexo (Ah! Porque hay que tener sexo, sin importar que tan cansadas y sin ganas estemos después de tanto ajetreo y estrés por las fiestas) de todos los años, pero sin tener que dar instrucciones que le quitan la magia y la espontaneidad a la ocasión.

En estos casos, lamentablemente, toca decidir qué es más importante y que prefiero: la espontaneidad o una escena predeterminada. Si voy por la espontaneidad, entonces me tengo que dejar llevar y lograr recibir lo que la otra persona quiera y pueda darme y tomar el riesgo de que eso incluya la nada (sí, NADA). Si lo que quiero es algo específico y eso específico ya sé que no se le va a ocurrir a la otra persona, pues tengo que soltar la espontaneidad y darle la receta como de cocina.

No se puede tener todo en la vida, pero si podemos escoger cómo queremos pasar nuestros días especiales.

Por Ana Salgado

Psicóloga clínica especialista en terapia sexual y de parejas formada en la prestigiosa Universidad de Barcelona.
Divide su tiempo entre su práctica clínica, conferencias y su labor como columnista y bloguera.
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