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Relaciones de pareja

Cuestiones de dinero: lo mío, lo tuyo, ¿y lo nuestro?

Ya lo dice la sabiduría popular: “el amor del corazón, lo mata la palmazón». Y aunque nos parezca que esto es cosa del pasado, las estadísticas indican que el dinero sigue siendo un tema escabroso (y, hay que decirlo, muy poco romántico) que causa dos veces más peleas que el tema del sexo, por ejemplo.

Siendo un tema tan delicado y tan potencialmente letal para la relación, no queda más que tocar el tema a profundidad. En esta ocasión hablaré de la difícil decisión de llevar las finanzas juntos o separados, el eterno dilema de lo mío, lo tuyo y lo nuestro.

Muchas veces cuando los dos trabajan y por algún motivo no comparten un ideal de finanzas en común, entonces es que deciden separar las cuentas por la mitad o manejarlas de una manera equitativa y justa. Una vez que los gastos están cubiertos, cada uno utilizará lo que le queda como mejor le convenga. Suena razonable, ¿verdad? Pero a la hora de la verdad, ese proceso tan” justo y razonable” puede terminar generando resentimientos cuando uno de los dos gasta en lo que al otro no le parece o peor aún, cuando el otro miembro de la pareja desconoce cuánto gana su compañero.

El problema de fondo en esta división del ingreso familiar es que esto divide el poder del dinero eliminando mucho del valor financiero de la pareja, es decir, que al final  los poderes adquisitivos de los dos combinados y enfocados a un objetivo común van a lograr más que sus ingresos separados y dirigidos a objetivos individuales.

¿Cómo lograr potenciar el poder del dinero que tienen?  Pues sincronizando sus metas, ya que es más fácil alcanzarlas cuando se trabaja en equipo que cuando se trabaja solo. En este sentido, es impresindible que la pareja se comunique, para que conozcan las metas, los objetivos y los sueños que cada uno tienen y puedan llegar a un consenso sobre los que quieren adoptar como prioritarios como pareja.

Es también importante que se respete el derecho del otro. Lo ideal es que la pareja tenga independencia financiera y que esta le permita en algunas ocasiones darse lujos individuales  pero siempre teniendo en mente que la meta es el bienestar común de la relación. Una idea puede ser ponerse de acuerdo en una similar cantidad de dinero que cada miembro de la pareja puede usar de manera discrecional, sin tener que ponerse siempre de acuerdo en el destino de ese dinero. Esta “mesada” debe ser, obviamente, dinero que sobre después de haber cumplido con las obligaciones y acuerdos económicos a los que la pareja haya llegado.

En cuestiones de dinero, nosotros...

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Por Ana Salgado

Psicóloga clínica especialista en terapia sexual y de parejas formada en la prestigiosa Universidad de Barcelona.
Divide su tiempo entre su práctica clínica, conferencias y su labor como columnista y bloguera.
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