El fracaso es una vivencia, es decir, más una manera de percibir las cosas que suceden que una medición objetiva per se.
En el caso del divorcio, puede ser vivido como un fracaso, una liberación, una pérdida, un alivio, una traición o la culminación de un destino inevitable, dependiendo de lo que yo crea de las relaciones de pareja y de cómo haya vivido el proceso de creación y destrucción de la relación, quien termine la relación y lo que yo logre ver de mi responsabilidad en todo el proceso.
En el caso específico de la vivencia de fracaso, dos cosas influyen en mi sensación:
- Lo que yo creo del fracaso: si yo creo que el fracaso es algo horrible que me hace menos persona, que me devalúa como individuo, entonces cuando me llega el turno de pasar por un fracaso, mi vivencia es horrible, es la de una persona fracasada.
B. La aceptación que yo tenga de los fracasos de la vida: la pregunta que surge es, ¿Quién le ha dicho a Ud. que en la vida no se fracasa?
Habría que suponer que esto no necesita aclaración, pero igual lo aclaro: 100% de los seres vivos se enfrentan con el fracaso. No importa quienes seamos, qué queramos o cuánto nos esforcemos, alguna vez en la vida, obtener lo que queremos no es posible. Y muy bien, porque son experiencias que nos hacen (o deberían hacernos) más humildes.
Ahora bien, en la cuestión específica del matrimonio, también influyen las creencias que tengamos con respecto al matrimonio. Y no me refiero para nada a lo que pensamos a nivel teórico al respecto, sino a como nos comportamos a nivel práctico con respecto a la idea de estar casados.
Todos podemos decir teóricamente muy fácilmente “me divorcio”, pero a la hora de enfrentarnos con la decisión real de hacerlo, no resulta tan fácil. Esto quiere decir que mis creencias sobre el matrimonio no son tal ligeras como a veces pensamos.
En el caso del fracaso, esta vivencia viene en diferentes momentos dependiendo de las creencias que se tenga del matrimonio. De este modo:
- Si yo creo que es el hecho de estar casado lo que determina el éxito del matrimonio y dejo de estar casado, en este momento me sentiré fracasado.
- Si yo puedo darme cuenta que el hecho de estar casado es un hecho vacío (es decir, que CUALQUIERA se casa y se mantiene casado), entonces mi enfoque estará muy posiblemente en la calidad de la relación. En este caso, cuando la calidad de la relación se pierda es que sentiré que fracasé.
Es por esto que al enfrentarnos a la vivencia de fracaso de una relación de pareja es importante revisar:
- ¿A qué estoy llamando fracaso? ¿A partir de cuándo considero que fracasé?
- ¿Esto que “fracasó” de verdad me estaba llevando a donde yo quería estar? Si yo quiero la felicidad conyugal, por ejemplo, ¿estar con esta persona me podía llevar a esto o sólo me alejaba?
Esto para tomar un poco de perspectiva, porque a veces, lo que nos parece un “vaso medio vacío” (una pérdida, un fracaso), puede ser en realidad un “vaso medio lleno” (una oportunidad de lograr lo que en verdad quiero, de abrir mi vida a nuevas posibilidades, a reencaminar mi vida)
Una respuesta a «¿Es el divorcio un fracaso?»
Realmente llegar al divorcio es un fracaso, a menos que relativice o despoje de todo el valor y el significado que tiene el matrimonio.